Batallas mentales

Batallas mentales

Nos consideramos íntegros, de una sola pieza, leales. Pero muchas veces le fallamos a las amistades, a la persona amada, a hijos y padres. Y fallamos a nuestros principios, valores, ideales. Y luchamos y caemos.

 

Si bien Pedro no era hombre culto, cortés ni de prácticas sutiles, Jesús lo eligió como fundamento. Dice el Evangelio que eso sucedió luego que el rudo trabajador proclamase que el nazareno era hijo de Dios. Sin embargo, cuando el extraordinario líder espiritual – poco antes de su arresto, juicio, tortura y muerte – le pidió estar despierto mientras combatía mentalmente con su destino fatal, Pedro se durmió. En el momento de la detención, lo retó por su violencia contra otro. Antes, ante la bravuconada diciendo que lo defendería hasta la muerte, Jesús le anunció que lo negaría.

Y Pedro, al sentirse amenazado, lo negó.

Justificaciones

La mayoría (sean cristianos/as o ateos) puede pensar que este Pedro era un tremendo imbécil, débil de carácter, pusilánime. Negar a un amigo ante el peligro de ser involucrado como cómplice, puede parecer una absoluta traición.

Y lo es. Y también es lo que hicimos y hacemos, no sólo ante Jesús, amigos, amor, sino con nosotros mismos.

Nos consideramos íntegros, de una sola pieza, leales. Pero muchas veces le fallamos a las amistades, a la persona amada, a hijos y padres. Y nos fallamos a nuestros principios, valores, ideales.

Construímos una imagen de nuestra vida más o menos honorable. Justificamos nuestras acciones aunque hayamos dañado o matado sentimientos. Intentamos alcanzar la salida de lo que sabemos fueron terribles fechorías.

En vez de llorar

Cotidianamente enfrentamos batallas en la mente. Y nos vencen adicciones, a los vicios, a la ira, al alcohol, a la pornografía, a la depresión, a la codicia. Entonces hacemos yoga, vamos a misa o al culto, somos mascoteros y voluntarios, intentando derrotar a gigantes oscuros en el alma. Todos los días.

Dante Gebel – predicador cristiano – contó la historia de un joven sin su brazo izquierdo. Decidido a competir haciendo judo.

Sus familiares trataron de persuadirlo, diciéndole que no podía practicar artes marciales siendo manco. El chico puso todos sus sentidos y su energía en aquello que sí podía hacer: practicar judo con solo el brazo derecho. Tras un duro entrenamiento, ganó el campeonato.

Un periodista le preguntó cuál era el secreto por el cual había ganado, a pesar que contaba con un brazo de menos que el resto. “En vez de llorar por lo que no tenía, me hice fuerte en mi debilidad”, explicó el campeón.

Todos, sin excepción, tenemos debilidades con las que lucharemos toda la vida. El gran secreto es la manera en que reaccionamos a ellas. La actitud que tomemos hará que crucemos desiertos en un año o en cuarenta.

Hasta el último día

Carlos, de ochenta años, contó en una reunión de Alcóholicos Anónimos, que era adicto a los tragos, cigarrillos y sexo desde los 14 años. “Hasta el día de hoy, que soy viejo y sufro del corazón, me siento tan tentado como cuando era un adolescente”, narró.

“Aprendí que peleo todos los días, que mi enemigo está en mi mente. Y caí infinitas veces. Y me levanté y sigo peleando. Se que no puedo bajar la guardia. Voy a pelear hasta el último aliento, quiero ganar”, dijo.

El dice que su única fortaleza es confiar en Dios. Hasta el momento, le responde.

 

 

 

Lucha.

Cada día es una batalla en la mente

 

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