El caso del patron envenenador / MATAR PARA NO PAGAR

El caso del patron envenenador / MATAR PARA NO PAGAR

“Yo me he escapado de morir. Hartmut me ha metido veneno en la carne, aseguró Benito Soraire (70), en el juicio contra Hartmut Torsten Theobald (48), un finquero de origen alemán imputado por los delitos de homicidio calificado por el uso de veneno en perjuicio de Ramón Ignacio Casas (56), y por tentativa de homicidio calificado por el uso de veneno o en perjuicio del mencionado.

Bajo infranqueables medidas de seguridad por el Covid-19 – pese a que los juicios son orales y públicos – inició el lunes 1 de junio el juicio.

Lo realiza la Sala VII del Tribunal de Juicio, bajo el mando del juez Francisco Mascarello y sus pares Paola Marocco y María Livia Carabajal.

Durante la primera jornada, luego de la lectura de la requisitoria fiscal de elevación a juicio, declararon los primeros testigos de la causa. Comparecieron ante el tribunal el hermano y la esposa de Ramón I. Casas y dos de sus hijos. También declaró Benito Soraire, el otro puestero que trabajaba en la finca El Salto, de Theobald, y que también habría ingerido la sustancia tóxica que le causó la muerte a Casas.

 

 

El sobreviviente

Soraire relató que trabajó a las órdenes de la familia del acusado por cerca de treinta años. Precisó que se ocupaba de regar el alfa y que nunca le pagaron por eso. Allí le daban un lugar para dormir y su patrón (el imputado) le llevaba dos kilos de carne todos los lunes. Refirió que su labor no demandaba el uso de pesticidas o herbicidas, que solo regaba.

Acerca del hecho puntual por el cual su patrón llegó a juicio, Soraire relató: “Yo me he escapado de morir. Hartmut me ha metido veneno en la carne. Tiene que haber sido él porque era el único que estaba. Me había llevado carne de vaca y chorizos. Yo me doy cuenta apenas como la carne porque empecé con mareos, diarrea y vómitos. Ese día cociné una sopa y tenía gusto raro. Tomando leche me he salvado. Si no me iba a morir”, explicó.

El damnificado refirió que seis de sus perros comieron la carne y murieron. También algunos zorros que consumieron los restos. Dijo que se dio cuenta que tenía veneno porque a los animales les salió sangre de la boca.

 

Desalmado

PATRON ACUSADO DE ASESINO

Sintiéndose aún muy mal, se dirigió a la casa de su patrón y le reclamó por la carne envenenada, pero él negó la acusación. “Le dije que me lleve ya al hospital de Güemes. Lo hizo, pero me dejó a dos cuadras”, continuó relatando Soraire. Dijo que allí lo revisaron, le preguntaron qué síntomas tenía y qué había consumido. Luego le colocaron una inyección y escuchó decir a una doctora que a él le habían dado veneno.

El damnificado indicó que antes de ir a reclamarle a Theobald, puso arriba del techo de su pieza restos del chorizo que le llevó el imputado, que fueron rescatados por la policía.

El tribunal también escuchó el testimonio de Ramona Isabel Ávila, esposa de Ramón Ignacio Casas (víctima fatal).

La mujer estaba separada de su marido, sin embargo éste, una vez al mes, iba a su casa, para llevarle parte de sus paupérrimos ingresos.

La testigo describió a su esposo como “un hombre normal, tranquilo” y descartó que días previos al hecho se hubiera encontrado deprimido por algo. Acerca de la relación de Casas con su patrón, Hartmut Torsten Theobald, Ávila sostuvo que no era buena.

“Una vez que lo llamamos por teléfono nos contó que le habían robado una libretita donde él registraba los días que llevaba trabajados y la contabilidad de la hacienda que él atendía. Solo eso le robaron, y su patrón era el único que tenía llave de su pieza. Ahí empezaron los conflictos. Nos dijo que Theobald lo seguía cuando él andaba trabajando en el cerro, a caballo, y le apuntaba con un rifle desde lejos”, recordó la testigo.

La mujer relató luego que la situación empeoró cuando su esposo decidió denunciar a su patrón en la AFIP porque nunca le había pagado el salario familiar. “Después de eso nos reunió a toda la familia y nos dijo que si a él le llegaba a pasar algo teníamos que responsabilizar a Theobald. No se lo notaba con miedo, estaba tranquilo, pero nos advirtió eso”, refirió Ávila.

 

Negrero

Otro de los testimonios escuchados ayer fue el de Raúl Victoriano Casas, hermano de la víctima fatal. Dijo que conoce al acusado porque también trabajó un tiempo en su finca, amansando caballos. En sintonía con la declaración de su cuñada, sostuvo que la relación de Ramón con Theobald era mala. “No le quería pagar el salario familiar. Cuando nos dijo que si le pasaba algo iba a ser culpa de su patrón, le pedí que deje de trabajar ahí, pero él me dijo que no podía porque había sacado una moto y tenía que terminar de pagarla”, relató. El testigo también ratificó parte de la declaración que brindó en fiscalía en octubre de 2018. En aquella oportunidad había detallado que cuando su hermano regresó de Salta, luego de denunciar a Theobald ante la AFIP, le dijo que lo había hecho porque “estaba zorreando que lo iba a rajar, y que a partir de esa denuncia iba a tener que pagarle lo que le correspondía por los años trabajados. Estaba contento por eso”, comentó.

 

 

MEJOR MATAR

En 2018, el sueldo legal de un perón rural era de $ 16.562,26. Su jornal diario, de  $ 728.62. El salario familiar por hijo, de $ 2.525.

Antes que pagar esto, “El Alemán” habría preferido matar a sus empleados en negro.

 

 

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