Peste, soledad y abandono / LOS VIEJOS

Peste, soledad y abandono /  LOS VIEJOS

La mayoría de las personas que se enferman de coronavirus tienen más de 50 años. Al dar positivos, nadie – excepto personal de salud, con trajes blancos y rostros ocultos – pueden visitarlos. Si mueren, son enterrados, a cajón cerrado. Sin el último adios.

 

En Madrid, España, una enfemera confesó que en el Hospital Ramón y Cajal le ordenaron: “mayores de 50 años quedan fuera”. El mandato se refería a los respiradores. El coronavirus, en los mayores, afecta el sistema respiratorio y no se puede respirar por los propios medios. Por eso se necesita la internación en terapia intensiva, con respiración asistida.

La cuestionable lógica de las autoridades – en España, Italia, China, Estados Unidos, Inglaterra – es que los “viejos” valen menos que los jóvenes. El sistema sanitario no da. Y si encima son pobres, no es rentable.

Se les dan calmantes hasta que muere, en soledad. Sin velatorio. Si no tiene seguro, va a una fosa común.

 
Demasiado tarde
“Estaba enojada con mi padre. La dejó a mi madre cuando yo era adolescente e hizo su vida. Se acordaba de mis cumpleaños pero no le contestaba. Después cayó en desgracia. Pidió perdón pero me dije que se lo tenía merecido”, contó una joven italiana.

“Hace tres semanas, me envió un mensaje por internet de que estaba enfermo de Covid 19. Tampoco respondí. Diez días después lo internaron en aislamiento crítico. No me lo contó él, sino una enfermera que tomó su celular. Fue ella quien me confesó que la prioridad para los respiradores era para los menores de 50 años”, escribió en un mensaje enviado a una fuente italiana.

“Entonces reaccioné y fuí al hopsital para verlo, saludarlo, llevarle chocolates, que le encantaban. Me lo impidieron. Murió dos días después. La misma enfermera me contó que en su último suspiro pronunció mi nombre”, concluyó la hija.

 
Descarte

Poco se habla de las personas mayores que están solas en sus casas. Rezan o cruzan los dedos para no tener síntomas. Desprotegidas, débiles, abandonadas, solas.

Antes que la peste, luchando por seguir viviendo, sufren el silencio, la ausencia de visitas, llamados, mensajes que valen más que la mejor vacuna. La depresión los mata antes.

Juan Pablo II denunció la “cultura de la muerte”, y el papa Francisco de la “cultura del descarte”. Ambas ideas aluden – entre otras – al abandono de los “viejos”

Nadie sabe que pasará en Argentina en los próximos dos meses. Lo único seguro es que habrá muchos muertos. La mayoría, mayores de 50 años. Si están solas y solos, tal vez valga la pena verlos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *