Salvo excepciones como Güemes, la mayoría de los gobernantes no alcanzan los talones de héroes y heroínas que resisten, luchan y aman, valientes e incorruptibles. Como Carlos Antonio Tomba.

Tenía 36 años cuando el mayor Tomba llegó a las Islas Malvinas, el 24 de abril de 1982. Se presentó como Técnico de Prueba de Armamento de la Fuerza Aérea Argentina.
Pero él quería enfrentar a los piratas ingleses. Entonces logró tripular la joyita de la aviación argentina: el IA-58 Pucará. Diseñado y producido en la Fábrica Militar de Aviones, en Córdoba.
Integró el plantel de pilotos de los 14 Pucará, que estaban en la Base Aérea Cóndor en Pradera del Ganso (Goose Green) el aviador Tomba participó en media docena de misiones de combate, que consistían fundamentalmente en vuelos rasantes para dificultar las operaciones de los barcos y helicópteros ingleses.
El 21 de mayo fue la última. Ese día integraba la segunda sección y tres Pucarás volaban en una formación llamada “escalonado táctico”, que respeta un espacio suficiente entre aeronaves para poder maniobrar.
Esta táctica les permitió escapar a los misiles ingleses. Merced a la versatilidad de los aviones argentinos, se escondieron entre las nubes, rodearon un cerro y fueron a destruir una posición británica con artillería.

¡Siguió volando!
Los pilotos, tras cumplir la misión, volaron a baja altura hacia el Estrecho de San Carlos. Esta maniobra era otra de las admirables características de los aviones argentinos: volaban a ras de la tierra, siendo indetectables a radares.
Divisaron una fragata inglesa, quien les disparó artillería. Todos sus proyectiles impactaron en el agua. Entonces vieron a dos cazas Sea Harrier enemigos volando arriba de ellos. Y mucho peor, un tercero detrás del Pucará del mayor Tomba.
Los Harrier- – a reacción – son más veloces y pueden volar también como helicópteros. En la cola del avión de Tomba, este caza le disparó. El argentino sintió vibrar su nave y vio que el ala izquierda estaba destruida.
En ese momento se pusieron a prueba la ingeniería y destreza criolla. ¡El avión albiceleste siguió volando! Nigel Ward, el piloto británico, admiró la fortaleza del Pucará y el pilotaje de Tomba, quien permaneció en el aire pese a un ala perforada y partes del fuselaje desprendiéndose.
Una segunda ráfaga enemiga alcanzó el motor. El corajudo aviador controló lo más que pudo, hasta que, a la imposible altura de cinco metros sobre tierra, debió eyectarse. El Harrier se alejó.

Coraje gaucho
Los ingleses fueron un enemigo totalmente superior en número, armamentos, tecnología, adiestramiento, logística propia y aliada (Estados Unidos y Chile), como mayúsculo apoyo de fuego naval y aéreo.
El mayor Tomba informó que vio cajas portando misiles con las siglas “USAF”. (United States Air Force; Fuerza Aérea de los Estados Unidos)
Sin embargo, pese a la impresionante superioridad bélica, el teniente británico Clive Livingstone contó: “Tantas mentiras que nos dijeron acerca de que los argentinos no iban a pelear, y pelearon como leones”
De hecho, en 44 días los combatientes de Malvinas le infringieron a la Royal Navy daños superiores, en proporción, a los sufridos por los ingleses en la II Guerra Mundial.
El miércoles 16 de abril, a los 79 años, el brigadier (R) y héroe de Malvinas Carlos Antonio Tomba falleció en Mendoza. Desde la Patria al Cielo.
LA ENTREGA
La Fábrica Militar de Aviones de Córdoba fue la primera de América Latina, fundada en 1927. A partir de 1943 sentó las bases de la industria nacional. Dio origen a IAME. (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado). Desde 1952, además de aviones, motores, hélices y accesorios, también fabricó camionetas, automóviles, tractores y motocicletas. Producción argentina.
En 1995 el presidente Menem adjudicó la joya a la empresa norteamericana Lockheed Martin.
PUCARÁ
En lengua quechua, pucará significa fortaleza. Admirado y temido en el mundo, fue diseñado en 1968, en Córdoba, el avión argentino IA-58 Pucará. Sobrevivió hasta 2019, cuando las presiones de EE.UU e Inglaterra lograron su extinción.