ESTÚPIDOS, CANALLAS, COBARDES, ASESINOS

ESTÚPIDOS, CANALLAS, COBARDES, ASESINOS

No fue una pelea. Fueron ocho contra uno. Sintiéndose superiores, gritándole “negro de mierda” A un pibe espiritualmente mejor: voluntario en una organización de ayuda social, estudiante de Derecho.

 

(PORTADA: FERNANDO BÁEZ SOSA, HIJO ÚNICO, 18 AÑOS)

 

Hasta el momento, ninguno de los rugbiers, ni sus familiares, se acercaron para mostrar algún signo de piedad, decencia, arrepentimiento con los padres del muchacho que mataron.

Demostrando la clase de personas que son. Clasistas, discriminadores, violentos, autoritarios, racistas, desalmados. Porque sólo la buena, sensible gente, es valiente. Cualquiera puede mandarse cagadas. Pero hay que ser grande para reconocer el daño y pedir perdón.

MÁXIMO THOMSEN, PRINCIPAL ACUSADO

La madrugada del 18 de enero de 2020, frente al boliche Le Brique de Villa Gesell, ocho “conchetitos”, rugbiers, rodearon a Fernando Báez Sosa, de 18 años, y lo atacaron en patota. Le golpearon, tiraron al suelo, lo dejaron indefenso, y le patearon en la cabeza, cara, pecho, estómago, bajo vientre. Para destruirlo, exterminarlo, como si aplastaran un bicho que odian.

Y este modo de actuar indudablemente demuestra las conductas sociales y familiares aprendidas: si tengo más plata que el resto, si mi piel es más blanca, mis pilchas de marcas de moda, tengo poder. Y si tengo poder, tengo impunidad.

 

Crueldad y cinismo

“¿De qué se ríen, hijos de puta?” les preguntó en la tercera jornada el querellante Fernando Burlando, en referencia a los ocho acusados, en momentos que prestaba declaración Pablo Ventura. Este chico fue señalado por ellos como el que había matado a Fernando. Ventura estaba en Zárate, tal como comprobó una cámara de seguridad.

Hasta esto llegó la impune cobardía. Crueldad para el exterminio. Y luego no hacerse cargo.

Algo similar es la conducta de los abogados defensores. Más allá de “las estrategias” defensivas, (y los estómagos para representar a canallas) las preguntas y comentarios hacia los testigos – todos y todas reconociéndolos como los atacantes – rondan los ataques retóricos. Incluso apuntando, tal como se hizo con la chica que le práctico RCP (reanimación cardiopulmonar) a Fernando.

Prácticamente, le dijeron que por su culpa murió Fernando.

 

MANCHADOS CON SANGRE INOCENTE

“Le rompimos la jeta, se la llenamos de sangre”, contó un testigo que escuchó por parte de uno de los rugbiers, tras masacrar en el suelo a Fernando. Tal cual. La “hazaña” la hicieron a patadas contra un pibe caído, indefenso. Prueba de ello es una zapatilla manchada con sangre de Fernando. Otro testigo narró que vio cuando los acusados lamían sus dedos manchados.

 

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