JIMENA SALAS. Cerca del crimen perfecto

JIMENA SALAS. Cerca del crimen perfecto

Más allá de precisiones periciales y testimonios conceptuales, el juicio por el brutal asesinato de Jimena Salas en pocos días llega a su fin sin que se hayan conocido aportes contundentes a favor o en contra de las acusaciones o hacia los acusados. Como hace cuatro años, no se sabe quienes la mataron y porque.

 

En principio, el debate oral y público, con alegatos y sentencias, debería concluir el viernes 21 de mayo. Sin embargo, las fuentes adelantaron que el tribunal advirtió la posibilidad de extender el plazo –habida cuenta de la cantidad de testimonios por escuchar- para después del 25 de mayo.

De ser así, entonces también se extenderían las posibilidades de conocer la verdad en torno a la incomprensible masacre y misterio de Jimena Salas.

Hasta el momento, no hay aportes en testimonios o pericias que digan de modo incuestionable quienes ordenaron matar a Jimena, las razones para ello, los autores materiales, y descubra la red de silencios y complicidades aparentemente presentes en el asesinato. Tal como está todo hasta el momento, Salta aportaría al Record Guinnes en relación al crimen perfecto.

Esto por cuanto, dos jóvenes llegaron hasta la casa de Jimena, le mostraron un perrito que dijeron extraviado, lograron que ella les franquease la entrada, y luego en el living, tuvieron un ataque de psicosis y en 20 minutos le asestaron 54 puñaladas a la menuda madre. Empero, fueron compasivos y escondieron a las mellizas de tres años en el baño. Dejando tras de ellos una casa bañada en sangre, se marcharon sin llevarse nada. La alarma había sido desconectada en la víspera.

 

Las espaldas cubiertas

El devenido viudo Nicolás Cajal encontró el cadáver. Habló con el fiscal Pablo Paz. Este dejó de lado el resguardo de la escena del crimen o la demora preventiva de cercanos, tal como dispone el protocolo criminológico. Tampoco se ordenó un operativo cerrojo. Y antes de las 48 horas, autorizó la cremación del cuerpo.

Sea por errores u omisiones, sumadas a una extraordinaria y superlativa fortuna, los asesinos tuvieron las espaldas cubiertas. No sólo continúan en libertad, amenazando nuestros bienes, seguridad y vidas, sino peor aún, ni siquiera sospechamos quienes pueden ser.

Con los cambios de fiscales dispuesta por el procurador Abel Cornejo, hace dos años, aunque tarde algo se hizo de lo que se debería haber hecho el 27 de enero de 2017. Los resultados son la imputación a Nicolás Cajal como supuesto encubridor del homicidio, y Sergio Vargas, presunto cómplice necesario.  Para la fiscal Ana Salinas y su par Gustavo Torres, ambos estarían involucrados en un crimen por encargo. Dicho de otro modo, a Jimena la mató una mafia.

Empero, el desarrollo del juicio, hasta el momento, no aportó nada que abone esta hipótesis. La historia delictual de los últimos ciento cincuenta años demuestra que es lo más difícil de probar. Aún se espera que, bajo el peso de las acusaciones, alguien de los dos hable.

Pero, o bien son inocentes, como sostienen; o  de lo contrario, en la balanza de costos y beneficios,  sea cual sea el resultado, salen ganando.

 

CARCEL

Nicolás Federico Cajal Gauffin está acusado del delito de encubrimiento agravado (por homicidio triplemente calificado, con alevosía y ensañamiento y por precio o promesa remuneratoria). La pena es excarcelable. Sin embargo, la acusación fiscal afirma: “La calificación puede modificarse… en orden a la participación del imputado en otra figura penal, respecto a la autoría en la comisión del homicidio” Las otras figuras penales, en este asesinato, son la complicidad o la autoría ideológica.

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