Jimena Salas / HAY DOS ASESINOS SUELTOS

Jimena Salas / HAY DOS ASESINOS SUELTOS

“Hombre 1” y “Hombre 2”. Sólo esto se sabe, a cuatro años del brutal asesinato de Jimena Salas, acerca de la identidad de los homicidas tras la primera semana del juicio. Consecuencia de una malograda investigación inicial. Permitiendo impunidad.

 

Cuando sucede un crimen, las primeras 24 horas, a lo sumo 48, son claves y determinantes para resolverlo y hallar a los culpables. Mucho más en un homicidio. Este crucial tiempo –en el caso de la masacre de Jimena- se fue como en un colador.

Lo más cercano para conocer la identificación de los asesinos se escuchó por parte de la bioquímica forense Alejandra Guinudinik , del Servicio de Biología Molecular del CIF. “Hombre 1” y “Hombre 2”, sostuvo ante el tribunal.  En absoluto se trató de un mal trabajo por parte de la perita. Es lo mejor que pudo decir el jueves pasado, desde las huellas que analizó.

El fiscal Pablo Paz intervino el mediodía del 27 de enero de 2017 al conocerse la violenta muerte de Jimena Salas. El “ABC” de la investigación criminal dicta como protocolo básico el resguardo de la escena del crimen; la incomunicación y detención de las personas cercanas; el secuestro de las pertenencias, ropas, automóvil, teléfonos; la orden de un “operativo cerrojo” para detectar la fuga de los asesinos materiales; la conservación del cadáver.

Nada de esto hizo el funcionario judicial. Una directiva que si efectúo fue la de entregar prematuramente el cadáver de Jimena a su ex pareja. Para su incineración. Y la autorización para el cobro de un seguro de vida.

¿Zona liberada?

Sólo el fiscal Paz y la defensa del viudo apuntaron a la hipótesis de asesinato en intento de robo. Esta dice que dos  ladronzuelos, con un caniche en brazos como ardid para entrar a la vivienda de la mujer, encerraron a las mellizas de 3 años, la exterminaron de 54 puñaladas y se fueron sin llevarse nada. En realidad, una pericia odorológica (realizada por perros entrenados) determinaron la presunta existencia de dinero y drogas dentro de un maletín ensangrentado sobre la cama matrimonial.

Dos años después del asesinato, con la asunción del procurador Abel Cornejo, un informe de la actual fiscala de Ana María Salinas detalló veinte graves falencias en la investigación iniciada el 27 de enero de 2017. Los cuestionamientos tienen que ver con el incumplimiento de aspectos básicos de toda investigación, principalmente cuando ocurre un asesinato.

Organización criminal

Aparentemente, para apoderarse del dinero y las drogas en la casa donde vivía Jimena fue necesario mucho más que ladrones comunes. Hubo que contar con información previa (inteligencia criminal), un mínimo de dos vehículos con choferes; personas simulando ser compasivos con un perro perdido; vendedores de sandalias artesanales; alarma hogareña desconectada; celulares descartables; cómplices con espacios de poder e impiadosos sicarios.

Todo dirigido por los ideólogos, los autores intelectuales. Tanto del apoderamiento del botín como del sangriento fin de Jimena. Incluso el asesinato pudo ser parte del plan para despistar a investigadores policiales y judiciales honestos. Comenzando con las 54 puñaladas. Y un celular arrojado cerca de la comisaría de Vaqueros. Hay que sumar la desaparición de pruebas fundamentales.

La peor de las sospechas es que el asesinato pudo responder al plan de plantar pistas equívocas. Los silencios aún alimentan, tenebrosamente, cuatro años de impunidad. Mientras dos desalmados asesinos están libres.

 

DINERO SUCIO

Los fiscales Ana Salinas y Gustavo Torres imputaron a Nicolás Federico Cajal Gauffin del delito de encubrimiento agravado (por homicidio triplemente calificado, con alevosía y ensañamiento y por precio o promesa remuneratoria). Entre las razones, se encuentran el supuesto ocultamiento a la justicia del origen de “bienes espurios”, escondidos en el hogar familiar. Asimismo, los aparentes movimientos “en negro” de grandes sumas de dinero. Cifras que excedían el ingreso del viudo.

 

FATAL MEDIA HORA

Nicolás Cajal se comunicó – mediante celular – con Jimena Salas a las 13.15 del 27 de enero de 2017. Ella estaba en su casa junto a sus hijas mellizas de tres años.  A las 13.45, Cajal dijo que encontró a su esposa asesinada y a las pequeñas encerradas en un baño de la casa. En media hora se consumó uno de los peores crímenes en Salta.

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