AL FIN: UN PERRO ES CONSIDERADO FAMILIA

AL FIN: UN PERRO ES CONSIDERADO FAMILIA

Una jueza de la provincia de Corrientes dictaminó que “Pope” – un perrito salchicha – es “un ser sintiente. La magistrada sentenció que “lo correcto es valorarlos como partes integrantes de la familia”.

 

Tu perro puede devorar las costillas que dejaste sobre la mesa o destrozarte las zapatillas. Pero nunca, jamás, te romperá el corazón.

Tal vez, antes de salir de tu casa apurado, lo retaste Al regresar, te recibirá alegre, feliz de verte, sin rencor, dándote pleno amor.

Sin embargo, pobremente, les llaman mascotas. O sea, una cosa de cuatro patas que acompaña. Un concepto egoísta, utilitario y antropocéntrico.

Una jueza de la provincia de Corrientes consideró que un perro es un “ser sintiente”. Con derechos.

“Pope” es un cachorro salchicha. Vivía con una joven pareja correntina. Se separaron. El perro quedó con el muchacho. Sin embargo, ella reclamó seguir viéndolo, pues era parte de su corazón. Y la justicia, en un fallo inédito en la Argentina, le dio la razón.

La sentencia a favor de los derechos del animal había sido solicitada por el Instituto de Derecho Animal del Colegio de Abogados local, ante el Juzgado de Familia N°4, a cargo de la jueza Carolina Macarrein. La magistrada argumentó que, tras la separación, la mujer perdió contacto con “Pope”. La joven demandó a la Justicia para revertir su dolor.

La jueza entendió la necesidad de “mantener el vínculo maternofilial que existía”, considerando al perro “un ser sintiente”.

 

El amor no es una cosa

Desde el año pasado, los animales son considerados en España seres sintientes, lo que significa que no podrán ser embargados, hipotecados, abandonados, maltratados o apartados de uno de sus dueños en caso de separación o divorcio.

En la última década, en Europa hay legislación para los derechos de ellos. Los animales no son “cosas” o “bienes” sino seres sintientes. Esta modificación en la conceptualización no se trata sólo de un cambio filosófico al momento de pensar en los animales, sino que además trae implicaciones civiles, económicas e incluso penales para las personas.

Desde el cristianismo, budismo, la antropología, la filosofía y el derecho se impulsa la protección legal y estatal a los animales de compañía y auxilio.

Se critica la concepción antropocéntrica de las leyes, por sus criterios discriminadores a la diversidad de la vida. El antropocentrismo se centra en la creencia de que los humanos son “personas”, superiores al resto de la naturaleza. Y únicos sujetos de derecho.

Por el contrario, la concepción ecocéntrica considera que la totalidad de la naturaleza tiene valor inherente. La vuelta de rosca (desde la ciencia biológica y la ética humanista) es la interpretación sensocéntrica.

Este criterio sostiene que el centro de consideración parte de los intereses y derechos “de todo ser con capacidad para sentir”. Desde el enfoque sensocentrista, un “ser sintiente” es el punto de partida del Derecho.

 

Sin derechos

Los perros asisten, ayudan o guían a personas con discapacidad, autismo, adultos mayores o niños. Son indispensables. Empero, Si alguno se pierde, es robado o maltratado, precarias leyes y normas hay para protegerlos.

Suponiendo que la ayuda la requiera un ciego o adulto mayor, alguien con dificultades de movilidad, un niño autista, está desprotegido por el Estado. Sólo le queda la solidaridad de la buena gente.

Un ejemplo: en la División Canes, de la Policía de Salta, existen treinta perros adiestrados para realizar – entre otras tareas – pericias odorológicas (búsquedas mediante olfato canino). Al consultarles si hacen esto con animales perdidos, me respondieron que ellos actúan a partir de órdenes judiciales (juez o fiscal), bajo las normas vigentes. Y no hay leyes ni normativas para que alguno de tales funcionarios dicte un procedimiento a favor de un perro desaparecido.

Considerar a un perro (como un gato y otro animal de la familia) como seres sintientes significa que son capaces de sentir felicidad, dolor, ansiedad, sufrimiento físico y psicológico. Es decir, son conscientes de sí mismos, así como del entorno que los rodea.

No son adornos inanimados. Somos de acuerdo a como tratamos a niños, viejos, mujeres, pobres, perros.

 

SIENTEN

De acuerdo al filósofo Tom Regan, en su libro The Case for the Animals Rights (En defensa de los derechos animales; 2003), los animales son sujetos de derechos por cuanto, “al ser seres vivientes la vida misma les otorga determinados derechos”. Y agrega: “el derecho debe proteger la vida de los animales como seres vivos que tienen facultades cognoscitivas, conductuales, emocionales, propias de lo que hoy por hoy se entiende como sujeto de derechos”

“Al igual que los hombres, los animales también sienten dolor… E históricamente, el dolor ha sido fuente de derechos…”. Así subrayó el psicólogo y filósofo británico Richard Ryder (2000) De acuerdo a Ryder, reconocerles derechos a los animales no humanos parte de que también son “seres sintientes”, con capacidad y consciencia del dolor. “El derecho debe inmiscuirse en las relaciones animal racional-animal no racional”, destacó.

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