LLORAR ES DE VALIENTES

LLORAR ES DE VALIENTES

Nahuel Molina acaba de convertir el gol. Corre, llora, estruja enamorado la  celeste y blanca. Llora de felicidad el niño/ hombre con la casaca 26. Haciendo llorar a niños, niñas, mujeres, hombres de la Argentina.

 

Por Dario Alberto Illanes

 

Sufriendo, con el corazón en los ojos, la boca, las manos. La belleza es ternura salvaje, lúcida y corajuda, cautivadora; con las tripas alborotadas, montados en la esperanza y los sueños. Desde la insensatez de algo tan poco importante que no cambia la vida. Algo tan importante que cambia la vida de millones. Una felicidad necesaria, esquiva, negada. Que te la dan once y una pelota.

“La madurez del hombre se logra al volver a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño”, dijo el filósofo Friedrich Nietzsche.

Dibu Martínez lo expresa de otro modo: “se sufre, entonces vale más la felicidad”. Y agrega el heroico arquero: “Es dar felicidad a la gente… Porque tenemos huevos, y lo hacemos por 45 millones”

Ya vaya si la dan, sin mezquindades, internismos, especulaciones. Desde los sobrevivientes de la antigua camada que aún siguen en la Selección: Lionel Messi, Ángel Di María, “Superman” Nicolás Otamendi. Junto con los que llegaron, Marcos Acuña, Leandro Paredes, Rodrigo De Paul. Y los chicos: Emiliano Martínez, Enzo Fernández, Alexis Mac Allister, Julián Álvarez, Lisandro Martínez, Nahuel Molina.

Todos garra, alegría, alma y vida, carácter, guapeza, esfuerzo, creatividad, compañerismo y generosidad colectiva. Todos llorando de felicidad. Valientes.

 

Laburo y poesía

De tal modo se entiende que el 9 (Julián Álvarez) se mate como defensor. O que el zaguero incansable se meta al área rival y logre un penal (Marcos Acuña). O que el otro marcador tome el balón en el extremo derecho de mitad  de cancha, se la entregue a Messi, y se cierre avanzando al arco.

Delante, un mar de piernas naranjas. Ocho holandeses rodeando al 26, al 10 y al 9. “La Pulga “se hamacó dos veces y desairó cuatro defensores. Julián distrajo a otros, y El Mejor lanzó una profunda asistencia. Nahuel la recibió de su ídolo, y le salió el gigante arquero Andries Noppert. Pero el pibe cordobés no se amilanó. Un toque del botín derecho le bastó para derrotarlo y la redonda, como novia bien tratada, fue a besar la red.

Coraje

Tal vez será karma tanguero, pero la cuestión es que nos la hacen difícil. El árbitro español, desproporcionadamente, agregó diez minutos a los noventa jugados, con triunfo argentino. Y fue el gol de Países Bajos en el último segundo.

El temido alargue. Y los once gauchos, a diferencia de la cobarde actitud naranja, afrontaron la penuria con talento, laburo y coraje. Brillantes. Pero sin goles. Dios tiene esas cosas; postergó la felicidad. A los penales.

Y entonces se desnudó la mala leche de los neerlandeses. Pero las dos tapadas maravillosas del Dibu, y el gol antimufa de Lautaro, derrotaron tristezas. Y Argentina reencontrándose con la alegría.

 

Perdona si al evocarte

Hay que ser valiente para que se te piante un lagrimón. Como a Leandro Paredes, quien perdió a su abuelo hace pocos días. A Lautaro Martínez, convirtiendo el quinto penal consagratorio. A Lisandro, Nahuel, Enzo, Dibu, Superman, El Toro, Dybala, entre tantos.

Y nos atoramos de emoción cuando Lionel Scaloni hizo bajar de las tribunas a su hijo Ian, de diez años. El pibe se abrazó a su papá y lloró. Haciéndonos llorar. Y el escueto DT lloró con su nene.

Tal vez de esto se trate. La verdadera vida se compone de las risas, llantos, abrazos que nos damos. Sensibles y valientes. Porque, a Dios gracias, la felicidad es una elección diaria.

1 Comment

  1. Llorar es de valientes, dejaron hasta las lágrimas en el césped. El hijo de Scaloni me conmovió, también los hijos e hijas de otros jugadores y la ilusión de todos los niños y las niñas del país. Sin dudas, uno de los partidos históricos del mundial.
    Una nota a tono de lo vivido.

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