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Nada esperan por estar a tu lado. Ni siquiera comida. Esto que sabemos algunas personas lo comprobó un estudio científico de una de las mejores universidades del mundo. Sobre los perros.

 

Científicos de la Universidad de Emory (EE.UU), encabezados por el doctor neurólogo Gregory Berns, tras una extensa investigación con canes, llegaron a irrefutables conclusiones: la estructura neuronal de los perros es similar a la de los seres humanos, en cuanto a compresión y sentimientos.

“Los perros no sólo distinguen lo que les decimos y cómo se lo decimos, sino que también combinan ambas cosas para hacer una correcta interpretación de lo que las palabras significan”, asegura el estudio. Realizado con resonancias magnéticas y análisis conductuales.

El doctor Berns fue más allá, hablando de valores considerados humanos. Los perros además de sentir, piensan. Con ausencias de cálculos egoístas, intereses, codicias, especulaciones, ventajas.

Entre los exámenes a canes, se los expuso a diferentes olores: de otros animales, de comidas, de hembras, y los de sus dueños. El resultado fue categórico: el olor de su humano prevalecía, activando el área del cerebro que responde al placer, al cariño, al amor.

Para un perro, no hay premio, juguete ni comida que se compare con estar cerca de su dueño.

Nobleza

Desocupado, divorciado, mi única compañía fue Mateo, un noble perro labrador. Tan mala fue aquella época que en muchas ocasiones carecía de dinero para comprar una tira de pan. Sumergido en la depresión, resignado al hambre, no quería dejar la cama. Mateo, ladrando, quitando las mantas, lamiéndome, me obligó a levantarme.

Como tampoco tenía para alimentarlo a él, abrí la puerta y acariciándolo le dije “Mateo, andá, buscá alguien mejor que yo” Entró a la casa y me ladró desde adentro. Sin comprender demasiado en ese momento, su conducta algo provocó en mi alma. Conseguí unos pesos y compré polenta y sal. Ambos compartimos la misma comida.

Cuando la mayoría, incluso yo mismo, había dejado de creer en mí, Mateo me amaba, aún él mismo hambreado, hasta con mis sombras. Amor total.

Loco por vos

“Unos de los experimentos era darles salchichas; y en otras ocasiones, sólo caricias y palabras amables. Monitoreando sus reacciones cerebrales, comprobamos que los perros respondían del mismo modo a la comida que a los cariños”, describió el experto.

Esto explica porque se vuelven locos cuando entrás a casa, o por qué te siguen, aunque no tengas nada en la mano. El vínculo con vos supera la cuestión material. Y lo más impresionante es que no lo hacen por instinto o aprendizaje. Lo sienten genuinamente.

El cerebro de tu perro responde mejor que el de un ser humano. Pues nosotros nos alegramos y conmovemos cuando queremos a alguien. Hasta que el sentimiento termina.

Tu perro te ama hasta siempre, y sin condiciones.

 

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