A casi cuatro mil metros de altura, la Puna salteña despertó vestida de blanco. Como si Coquena, el protector andino, hubiese sacudido su poncho de nubes para encantar la tierra.

 

Por Dario Illanes

Turistas, mineros, niños y viejos salieron como en procesión pagana, abrigados hasta los ojos, con termos en mano y celulares en alto. Los más chicos — indiferentes al frio, – jugando con la nieve.

Desde antes de Incas y españoles, el asentamiento posee una ubicación estratégica: a través de la quebrada del Toro, une el Valle de Lerma con Chile y el océano Pacífico. Albergue y paso de personas, animales, culturas, mercancías y minerales.

El pueblo debe su nombre al santo protector de arrieros, y también a la sierra del Cobre que lo escolta. Se impuso el sincretismo: la figura de San Antonio junto al espíritu invisible de Coquena, cuidando las alturas con su risa de llama.

Mediante la Ruta Nacional 51, San Antonio de los Cobres está 154 kilómetros al noroeste de la ciudad de Salta. A 3.775 metros de altura.

La madrugada del sábado 14 de junio comenzó a nevar. Y el árido entorno puneño devino en un escenario mágico. Turistas, pobladores, mineros no dejaron pasar la oportunidad de retratar el fenómeno.

(Testimonio en video https://www.facebook.com/share/v/18yhkTqBuV/)

ÚNICO

Entre las atracciones en San Antonio de los Cobres, cinco kilómetros al oeste, se encuentra el viaducto La Polvorilla (Tren de las Nubes). Tiene 224 metros de largo, 63 metros de altura desde la base, y a 4.220 metros sobre el nivel del mar.

Es único en el mundo por su tramo de curva ascendente.

UNIVERSAL

En 1922, el escritor salteño Juan Carlos Dávalos inmortalizó su cuento “El viento blanco” (https://literaturaargentinaunsa.blogspot.com/2014/06/el-viento-blanco.html)

 

 

 

 

TU OPINIÓN NOS IMPORTA: prensa@nortesocial.com.ar_

TU OPINIÓN NOS IMPORTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí