Amor y veneración sienten los salteños por el general Martín Miguel de Güemes. Gaucho, héroe de la Patria, exgobernador,  “Padre de los pobres”

 

A los 21 años, siendo subteniente, protagonizó una hazaña inédita en la historia militar: con una carga de caballería tomó la fragata británica Justine durante las invasiones inglesas de 1806. Derrotó a los invasores en el Río de la Plata, con caballos.

Respetado, admirado y querido por Manuel Belgrano y José de San Martín, Güemes fue comandante del Ejército del Norte. Al frente de Los Infernales —gauchos, indígenas, negros— contuvo nueve invasiones realistas. Con su célebre Guerra Gaucha escribió una epopeya sin igual.

Gracias a su resistencia, se preservó la integridad territorial y San Martín pudo cruzar los Andes, liberar Chile y Perú, y asegurar la soberanía de la naciente Nación. “Sin Güemes, la Argentina con suerte terminaba en Córdoba”, reconoció el historiador Felipe Pigna.

“SIN GÜEMES, LA ARGENTINA TERMINABA EN CÓRDOBA”

Un gobernador amado y odiado

Martín Miguel de Güemes fue el primer gobernador popular de Salta (1815–1821), provincia que entonces abarcaba también a Jujuy y Tarija (hoy Bolivia). Fue amado por los gauchos, los pobres, los negros, los pueblos originarios, y la población urbana y rural. Pero detestado por los sectores poderosos.

Buenos Aires le dio la espalda. Para sostener la guerra, Güemes impuso contribuciones forzosas a comerciantes y grandes propietarios salteños. Estos, antes que aportar a la causa patriótica, se aliaron con el enemigo. Fundaron el llamado “Partido de la Patria Nueva” y planearon su traición.

Con escasos recursos pero con el apoyo del pueblo, Güemes defendió la Patria. Sin embargo, durante más de un siglo, cierta historiografía porteña lo menospreció, presentando la Guerra Gaucha como una rebelión de milicias desorganizadas. Lejos de eso, fue un estratega brillante, militar de carrera, líder admirado por San Martín, Belgrano y hasta por sus enemigos españoles.

Traición y asesinato

Güemes era un obstáculo para españoles y oligarcas locales. Decidieron eliminarlo. En 1821, el general español Pedro Antonio de Olañeta envió en secreto al coronel José María Valdés, apodado Barbarucho. Con ayuda de traidores salteños, ingresó por la Quebrada del Toro y tendió una emboscada.

La noche del 7 de junio, lo esperaron en el Tagarete del Tineo (actuales calle Balcarce y avenida Belgrano, a metros de la Catedral y su casa natal). Güemes fue sorprendido y, pese a estar con pocos hombres, intentó defenderse. Fue herido de bala por la espalda.

Malherido, montó su caballo y cabalgó con sus fieles hacia la Cañada de la Horqueta, a unos 40 kilómetros al sudeste de la ciudad. Allí, sobre un catre rústico, murió el 17 de junio de 1821, con apenas 36 años.

El único general caído por la Patria.

AMOR Y PATRIA

Para los salteños, el 17 de junio es mucho más que un feriado o un recuerdo lejano. Martín Miguel de Güemes vive en los corazones. Es amado, respetado, y está presente en la cultura, las costumbres, el folclore y en la inspiración cotidiana del pueblo gaucho y patriota.

 EL JURAMENTO FINAL

Agonizante, Güemes recibió a dos emisarios del ejército realista. Le ofrecieron salvarle la vida, trasladarlo a Buenos Aires y brindarle atención médica. A cambio, debía rendirse.

Reunió a sus gauchos y, con voz firme, juraron juntos que jamás aceptarían “ningún tipo de trato que beneficie al enemigo en la Patria”.

TARIJA, LA MEMORIA VIVA

En el sur de Bolivia, la ciudad de Tarija recuerda cada 17 de junio a Martín Miguel de Güemes, su exgobernador. Lo honra como defensor de su tierra, por haberla recuperado del dominio español.

 CARMEN

“Mi vida, mi cielo, mi amor… deseo estrecharte en mis brazos y darte un millón de besos…”, le escribió Martín desde el monte a su esposa, Carmen Puch.

Al enterarse de la muerte de su amado, Carmen se encerró en su habitación y jamás volvió a salir. Murió el 3 de abril de 1822, a los 25 años.

 

 

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